
lunes, 22 de abril de 2013
La historia de Maxima - Primer capitulo
Los vítores y silbidos aprobatorios de unas 2000 personas que corrieron como niños por la calle Paleisstraat para estrechar las manos del príncipe heredero, Guillermo Alejandro, y de Máxima Zorreguieta, fue el reconfortante epílogo de una jornada donde la palabra "sacrificio" estuvo en labios de todos.
La joven pareja, que ayer dejó de lado el protocolo para saludar sorpresivamente en la puerta del Palacio Real, se casará a principios del año próximo. Y la muchacha argentina será, a su debido tiempo, y siempre que el Parlamento apruebe su boda (lo que ahora es muy probable), reina de Holanda.
Pero la lógica conclusión de sus dos años de romance tuvo un precio. Su padre, Jorge Zorreguieta, secretario de Agricultura del régimen de Jorge Rafael Videla, decidió no asistir a la boda. Su mujer, María del Carmen Cerruti, tampoco estará presente en el día más feliz de su hija.
Esta decisión, como muchas otras, se dieron a conocer ayer por medio de una serie de bien coreografiadas alocuciones y conferencias de prensa en los dos kilómetros cuadrados donde se concentra aquí el poder político de Holanda. La Nación fue el único medio argentino presente en estos encuentros.
Todo comenzó con una emisión televisiva, a las 18, en la cual la reina Beatriz, sentada en lo que pareció ser un living del Palacio Real, junto a la pareja y su esposo, el príncipe Claus, habló con calidez de las cualidades de "mujer moderna" que Máxima traerá a la Casa Real de Orange.
La monarca dijo, al referirse a su hijo y a su prometida, que "ambos saben que esta responsabilidad muchas veces les exige mucho de sus vidas personales", para añadir que "tenemos que dar a Máxima el tiempo y la serenidad para que aprenda más del país".
"Tiene que tener la posibilidad de sentirse aquí como en casa y, en la medida de lo posible, convertirse en holandesa", agregó Beatriz.
El padre de Guillermo Alejandro, visiblemente debilitado por varias enfermedades, incluido el mal de Parkinson, dio la bienvenida a su futura nuera aconsejándole con inmensa ternura y en tono de broma "aprender a hablar holandés, porque yo, que vengo de Alemania, descubrí que es el mejor modo de ganarse el afecto de los holandeses".
Máxima no se hizo rogar. Ataviada con un discretísimo vestido de lino rojo y con su rubio cabello arreglado en un doble chignon, evocativo para muchos de una joven Evita, la novia dejó a todos boquiabiertos al agradecer en un holandés casi nativo todas las atenciones y asegurar que se sentía "muy feliz al verse tan bien recibida".
Guillermo Alejandro, sin embargo, daría un adelanto de lo que vendría más tarde, al decir que estaban conscientes de que "mucha gente en este país tenía dudas de nuestra relación" y que esperaba que su matrimonio "resulte en una familia tan fuerte y sólida como la de los Zorreguieta".
A lo cual la reina agregaría, antes de despedirse: "Máxima es una persona muy leal a la gente que quiere".
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario